Las etapas del despido: con el telegrama empieza el duelo pero también la cuenta regresiva para el «reciclaje»

La frase «una crisis es una oportunidad» no sirve en ese momento. Una desvinculación laboral es una pérdida y supone un proceso doloroso que requiere tiempo. Pero con la salida forzada de una empresa se activa el «reloj» y aparecen las presiones e incluso, depresión. Cómo atravesarla

Por estos días en los que en determinadas industrias suenan cada vez más fuerte palabras como «suspensiones», «reducción de costos», «retiros anticipados», «achicamientos de estructuras», «recortes de salarios» e, incluso, «despidos de personal», los argentinos empiezan a tomar conciencia de que una posible desvinculación puede ser inmediata o llegar en cuestión de meses.

Es que, en un contexto económico en baja, nadie está exento de ser expulsado de su compañía, por más años que lleve trabajando allí. Y si bien por ahora ninguna empresa anunció reestructuraciones masivas, ya empezaron a expandirse los casos de despidos «hormiga».

De hecho, en la consultora de RRHH que dirige Gloria Cassano, desde hace unos meses, el servicio que más están brindando a sus clientes es el de «Asesoramiento ante la pérdida de empleo».

«Todas las semanas me contactan empresas para pedir presupuesto. Es una de las tareas que hacemos y que nos desagrada pero, siendo psicólogas, sabemos que podemos ayudar para superar esa primera etapa que se asemeja a un duelo», cuenta la responsable de la firma.

En conclusión, un despido laboral es un duelo y debe entenderse como tal. Supone un proceso que requiere tiempo, es doloroso, completa Cassano. Y esta fase, a su vez, varía según cada individuo.

«En todos los casos, es un duelo porque implica una pérdida. También es una frustración porque la persona afectada no sabe cuándo retomará su actividad. Y es una fantasía de descenso porque, a veces, tiene que aceptar una posición con menor remuneración y después, cuando se logra la reinserción, implica adaptarse a una nueva cultura, a nuevos compañeros», resume desde la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA), Harry Campos Cervera.

A lo largo de su carrera, Cassano conoció gente que vivió la pérdida del trabajo como la muerte de un ser querido. Sin embargo, diferencia, «quedarse sin empleo es una etapa finalizada, que nos exige solución y continuidad».

Para la experta en RRHH, la frase «una crisis es una oportunidad» no sirve en esos momentos.

«¡A nadie que está en plena crisis lo conforma! La persona desvinculada necesita atravesar las etapas casi como si fuera un duelo, dado que supone una readaptación. Hay que considerar un vacío, que produce una serie de emociones poco placenteras: habrá que compensarlo de una forma u otra», enfatiza.

Según Campos Cervera, las variables que intervienen en cómo se procesa el despido tienen que ver con la edad, el cargo que ocupaba, su nivel de formación y capacitación y el grado de especialidad de su trabajo.

En este sentido, apunta el psicoanalista, cuando la persona desafectada de un trabajo es joven y está capacitada, muchas veces no lo vive como un problema porque puede reinsertarse en el mercado laboral con facilidad.

En cambio, diferencia, a mayor edad es más difícil «reciclarse». «Hoy ya a partir de los 35 o 40 años empiezan a surgir dificultades, algo que antes pasaba a los 50», asegura.

Por otro lado, si una vez transcurrido el «tiempo interno» que tiene la persona para conseguir otro trabajo la oportunidad no aparece, la angustia empieza a ser mayor.

Mariela Aliandri, gerente de Capital Humanos de Grupo RHUO, señala que cuando alguien es despedido de una organización atraviesa un proceso mental «arduo y lento» hasta su reinserción.

«Si bien la persona debería estar disponible inmediatamente para buscar un nuevo empleo, la realidad es que desde lo mental no lo está. Y este es un gran problema. La presión, sobre todo a los mayores de 45, muchas veces les juega en contra porque en vez de tener el ánimo alto, que es importante para encarar una entrevista, surgen depresiones, no como patología sino como un estado interno», comenta Aliandri.

Y completa: «De un día para el otro, el empleado se encuentra con que debe cortar, y abruptamente, con todo lo que lo unía a ese trabajo, más allá de la tarea: la gente, la cultura, el espacio. El tiempo que le lleve procesar estas pérdidas será más o menos largo según la persona y la contención que reciba».

De la negación a la aceptación
El nivel de estrés, entonces, dependerá de cada individuo, de su entorno, de la situación económica y las presiones que deba enfrentar, de su edad, la estructura de su personalidad referida a sensibilidad y capacidad de resiliencia.

Y aunque la duración de este duelo, por supuesto, también dependerá de la evolución de los acontecimientos, aun así, atravesará cinco etapas, descriptas a continuación por Cassano:

1. La negación: durante uno o varios días no lo puede creer, le parece estar viviendo un sueño. Perdió la rutina y está confundido.

2. El disgusto: la ira por lo que le pasó. Comienza a buscar culpables y a experimentar cierto resentimiento: contra la empresa con la que se comprometió y en la que siente que dejó su vida, contra sus compañeros que se quedaron allí, contra su jefe, contra todos. Puede llegar a pelearse hasta con quienes quieren ayudarlo. Es su único tema de conversación. Tiende a aislarse y evita las reuniones sociales.

3. La negociación consigo mismo como mecanismo de defensa y ante la imposibilidad de aceptar la realidad, el enojo hacia la sociedad, la empresa, los compañeros.

4. La depresión: se siente tristeza y es una etapa riesgosa porque si aún no ha tenido oportunidades laborales se puede debilitar, adelgazar o engordar. Caer en una depresión produce conflicto en el grupo familiar. En general, esta etapa es temporaria aun cuando dependerá de cada uno. Es preparatoria para aceptar la realidad y es cuando más escucha a sus amigos, familia o pide ayuda. Si encuentra cómo expresar su dolor y se siente escuchado, le será más fácil superarla.

5. Aceptación: pasadas las etapas anteriores enfrentará el porvenir con mayor tranquilidad. No confundamos. Ésta no es una etapa más feliz. Tendrá altos y bajos emocionales que comprenden la tristeza, la ira, la euforia. Lógicamente, encontrar otro trabajo que le agrade ayudará a una solución y se estabilizará más rápidamente pero, de no ser así, en estos momentos está preparado para enfrentar el cambio de manera más positiva.

Tal como aclara Cassano, ninguna de estas etapas tiene definidos los tiempos. «Varían de una persona a otra, pero se dan en ese orden», asegura.

El trabajo de buscar trabajo
Si el colaborador desvinculado puede sostenerse económicamente, los expertos recomiendan dejar pasar un lapso de tiempo para exponerse a una entrevista laboral.

Pero como en la mayoría de los casos no cuentan con esa «espalda», aparece la necesidad de rearmarse de una manera rápida, lo que no siempre es posible.

Es este último caso, «quien fue despedido tiene que hacer un clic, porque buscar trabajo es un trabajo. Debe, por ejemplo, dedicar una determinada cantidad de horas diarias a la búsqueda, a investigar, a prepararse para entrevistas. No es nada fácil, sobre todo en un contexto económico complejo como el actual», remarca Aliandri, de Grupo RHUO.

Y añade: «Mantener determinada rutina estructura mentalmente a la persona y evita caer en estados depresivos, sobre todo en quienes cuentan con una trayectoria laboral importante, de años de cumplir los mismos horarios. Es complicado encontrarse con que, al día siguiente, ya no tiene que programar el despertador».

A su vez, los especialistas hacen hincapié en otro reto para nada menor: durante este período de transición -y de autoestima muy baja- el individuo tiene que estar con «todas las luces», bien predispuesto, debe poder manejar y llevar adelante una entrevista, mostrar lo mejor de sí.

Cuando lo despiden, el ya ex empleado se suele olvidar todo lo bueno que fue en ese trabajo o los logros y objetivos que alcanzó, porque el momento del despido anula todo lo anterior, lo cual no ayuda para nada a encarar la búsqueda de nuevos horizontes.

Por otro lado, apunta Campos Cervera, la carrera laboral se asemeja a un «embudo»: a mayor seniority, menos puestos hay y menores son las probabilidades de reinsertarse. O quizá también el profesional en cuestión puede estar sobrecalificado para un puesto.

Otro aspecto muy frustrante, dice el psicoanalista, es que normalmente la búsqueda de trabajo se realiza a través de consultoras. «Los interesados en una posición deben enviar sus CV, participar de ternas, que los rechacen y que ninguna empresa les haga saber las razones por las cuales no fue elegido. Esto agrava la situación. Ni siquiera saben cuáles son los defectos o falencias que deben corregir», acentúa.

En paralelo, los mayores de 45 años muchas veces se ven obligados a actualizarse y desarrollar todas las herramientas de búsquedas, otra complejidad que se les suma.

Según Aliandri, hoy ya no llama la atención que un postulante haya sido despedido de un trabajo anterior. Al respecto, aconseja que el candidato explique el motivo, por ejemplo, que fue en el marco de una reestructuración. «Quien lo entrevista entenderá que esto ya no es un aspecto que deje a la persona afuera de la búsqueda», asegura.

No obstante, Aliandri advierte que la dificultad para avanzar en un proceso aparece cuando transcurre un año desde la desvinculación.

Así, cuando es expulsada, para la persona empieza a correr una especie de «cuenta regresiva».

«Después del despido, la presión interna y externa que se sufre es muy alta, por lo que es importante que reciba contención familiar e incluso, de ser posible, también profesional», sostiene.

Según la gerente de Grupo RHUO, parte del proceso de pasar el «duelo» es compartirlo con el entorno, lo cual, a su vez, ayuda a la reinserción porque hoy la red de contactos abre muchísimas puertas, incluso más que los canales tradicionales de búsqueda.

SITIO WEB
http://www.iprofesional.com [Web en línea] http://www.iprofesional.com/notas/187577-Las-etapas-del-despido-con-el-telegrama-empieza-el-duelo-pero-tambin-la-cuenta-regresiva-para-el-reciclaje [Consulta: 03-06-2014]