Palacio limpia los edificios más altos de Tucumán y baja para contarlo

Eduardo tiene 25 años y hace cuatro meses empezó en un trabajo que tiene mucha adrenalina: «La primera vez que me animé me agarró miedo, no es para cualquiera».

«Ya se tira, aguantalo», dice Galván, quien prepara todo el escenario para la función de Palacio, limpiador de edificios en las alturas. Galván coloca conos naranjas y arma un cerco de cadenas blancas. Nadie puede pisar el área de trabajo de Palacio. Ni siquiera Palacio, que está allá arriba, en la cima de un edificio en la Buenos Aires o, todavía muchísimo más alto, en el piso 14, con los piecitos al aire, en Salta y San Martín.

«Tirarse», como dice Galván, forma parte de la jerga de los trabajadores que se suben a una silleta con un balde con agua mezclada con limpiador de vidrios o detergente, un secador, un haragán y dejan sus borcegos tocando el vacío, mientras del otro lado del vidrio los oficinistas siguen con su rutina.

«¡Miralo a ese ahí arriba!», dice un grupo de chicos con una pelota en la mano. Se hacen visera por el sol, y al arquero del grupo le preguntan: «¿Vos te animarías?». ¿Y Palacio? ¿Desde cuándo se anima a andar por las alturas del centro? «Desde que nos preguntaron en la capacitación. Éramos nueve. Quedamos en silencio y escuchamos: ‘¿Quién se anima a tirarse?’ Y fui el único que levanté la mano».

Palacio y Galván son compañeros de trabajo y dejan impecables los vidrios de los edificios más altos de Tucumán.

Palacio se llama Eduardo, pero aquí todos se llaman por el apellido. Palacio tiene 25 años y hace cuatro meses empezó con la limpieza de las fachadas de vidrio en altura. Su papá trabaja en la misma empresa y le avisó del puesto. «Me gusta mi trabajo. Tenemos que ser bien cuidadosos, no puede quedar una raya. Lo que más limpiamos es el polvillo de la ciudad, la porquería de las palomas y a veces restos de silicona, cuando pegan algo. Ahí tenemos que usar tíner».

Las medidas de seguridad son fundamentales para el trabajo de Palacio. Con el uniforme bordó, ahora se coloca los arneses, las perneras y dos cuerdas: «Una es el descensor y la otra es la cuerda de vida. Si la primera se corta, quedamos colgados de la otra hasta que nos rescaten. Hubo un caso trágico hace tres años en el Banco Nación, pero nosotros estamos seguros. Yo me siento seguro cuando estoy arriba. Nunca pasó nada, ni siquiera un susto».

Por último, Palacio cuenta que llegó a las alturas sin un pasado como pequeño en las tapias o en los techos de los vecinos. «Hace poquito me largué solo a trabajar en los edificios tan altos. La primera vez que me animé me agarró miedo, no es para cualquiera. Pero cuando trabajé en el edificio de 14 pisos, ahí me agarró mucho más. Nos dicen en la capacitación que no miremos para abajo, pero es inevitable. Es un trabajo para valientes y cuando estoy arriba no pienso en nada: hago mi trabajo, dejo todo impecable y una vez que termino, ahí sí, lo único que quiero es bajarme».

Fuente: http://www.eltucumano.com/noticia/246138/palacio-limpia-edificios-mas-altos-tucuman-baja-para-contarlo